Aurora es una ópera
argentina de Héctor Panizza. Fue la primera ópera argentina estrenada
en la temporada inaugural del Teatro Colón (Buenos Aires). El aria principal originó la "Canción a la bandera" ("Alta
en el cielo"), que se conoce con el mismo título de modo independiente a
la ópera completa y la cual es una de las canciones oficiales del Estado
Argentino.
Historia
La ópera fue compuesta por el músico
argentino Héctor Panizza
(1875-1967), director de orquesta y autor de varias obras del repertorio
lírico. Se estrenó en el Teatro Colón,
en septiembre de 1908, a pocos meses
de haber sido inaugurado el famoso teatro de Buenos Aires. Es una pieza creada
para exaltar los ideales patrióticos en vísperas de la celebración del
Centenario.
El libreto de la pieza es de Luigi Illica, responsable de los textos
de famosas operas como Tosca, Madamme Butterfly y La Bohème de Puccini. Aurora
fue escrita en italiano, idioma propio del género operístico. Para acompañar al
italiano y suministrarle la información histórica y el contexto nacional que
debía dar sentido y referencia al argumento se sumó como argumentista el
argentino Héctor Cipriano Quesada.
Aurora fue repuesta en el Teatro Colón
en 1909, 1945, 1953, 1955, 1965, 1966, 1983 y 1999.
Tema
El título Aurora coincide con el
nombre de la heroica y trágica protagonista, y simultáneamente remite en forma
metafórica a la alborada de la Independencia nacional, ya que la acción
transcurre durante los sucesos de mayo de 1810 en la provincia de Córdoba y
aparecen personajes históricos puntuales como Santiago de Liniers y Güemes.
La pareja romántica era el joven
patriota Mariano y la bella Aurora que es la hija del jefe de las
fuerzas españolas en la ciudad mediterránea. Las tribulaciones de los amantes
ocurren durante los hechos de la lucha por la Independencia. La obra tiene tres
actos.
Acto Primero
Se desarrolla en la biblioteca del
convento de la Compañía de Jesús, en Córdoba. Entre los seminaristas que
arreglan los libros de la biblioteca, se encuentran los novicios Mariano y
Raymundo. Entra un sacerdote con una canasta para colocarla en el altar de la
Virgen. Cuando sale del aula, los seminaristas buscan ávidamente en la canasta
un mensaje de Buenos Aires.
Mariano encuentra una flor que oculta
un pedazo de papel en que se lee: “Jóvenes:
¡Salud a la aurora que surge en el cielo de la Patria! La lucha por la
Independencia principia hoy, 25 de mayo; hoy comienza la Patria". Su
amigo Raymundo encuentra otro mensaje, en cuya envoltura se halla la siguiente
advertencia: "Que lo abra quien
tenga corazón, y no el servil”. Sin vacilar, Mariano lo abre y da a conocer
su contenido: “¿Córdoba únicamente ha de
ver agitarse contra la patria el estandarte de la reacción? ¡No, Córdoba no ha
de ser servil! ¡Muerte a Linares y a Ignacio de la Puente! Jóvenes: vuestro
convento domina la plaza. Linares ha escondido allí armas y municiones. Abrid
esta noche el convento al pueblo y entregadle las armas, o todo se habrá
perdido". Ante la perplejidad de todos, Mariano reacciona y los gana
para la causa patriótica, invocando la protección de la Virgen. Pero el
gobierno sospecha del movimiento y hace ocupar militarmente la iglesia. Ignacio
de la Puente, jefe del ejército realista, ha convocado al pueblo para que acuda
a la iglesia y defienda la causa del rey.
Un patriota, Don Lucas, arenga a la
muchedumbre y consigue que se adhiera al movimiento revolucionario. Ante el
inesperado pronunciamiento, los jefes realistas deciden convertir la iglesia en
fortaleza, en donde disponen de armas suficientes para dominar la rebelión.
Mariano se encuentra ante un dilema terrible: al enamorarse de Aurora, hija del
jefe realista don Ignacio, no se atreve a ceder a su amor para no traicionar la
causa que se propone defender. Al final del acto, la llegada de los patriotas
interrumpe sus vacilaciones, al mismo tiempo que las campanas del convento
anuncian un nuevo día.
Acto Segundo
La escena se traslada a la residencia
de don Ignacio de la Puente. Una comisión de patriotas, al frente de la cual se
hallan don Lucas, Mariano y Raymundo, penetra en el palacio para exigir la
rendición de las tropas realistas. El jefe español se niega rotundamente; ante
la insistencia de los delegados, les expresa que dará su respuesta definitiva
al despuntar la aurora. Mientras que don Ignacio toma las medidas necesarias de
precaución, Mariano, en traje de seminarista, entra sigilosamente a la
residencia y explica a Aurora sus ideales de libertad, a los que deberán
sacrificarse hasta los anhelos más queridos del corazón.
Acto Tercero
El tercer acto transcurre en una
estancia cordobesa. Al anochecer, don Ignacio se entera del fusilamiento de
Linares. La gravedad de la situación lo decide a dejar a su hija en un convento
hasta que haya pasado la tormenta de la revolución. Conversando con Aurora, se
escucha de repente un choque de armas. Momentos después, se lleva ante el jefe
español a un prisionero. Aurora lo reconoce enseguida: es Mariano. No puede
evitar una exclamación de asombro, que hace comprender a su padre que existe
entre ambos una relación sentimental. De momento manda llevar a una celda al
prisionero, quien declara ser un campesino ajeno a los acontecimientos
políticos. Pero uno de sus subalternos lo ha reconocido y explica a su jefe la
intervención que Mariano ha tenido en el movimiento. Don Ignacio resuelve
entonces someterlo a un consejo de guerra, que lo condena a muerte por espía y
traidor.
En una entrevista clandestina, los
amantes se confiesan la intensidad de sus sentimientos y lamentan el destino
que frustra su unión. Una feliz constelación les hace posible la fuga. Los
amantes aprovechan la circunstancia pero los centinelas los sorprenden y una
bala infortunada hiere a la joven. Al escuchar los disparos, acuden su padre y
varios oficiales. La desgraciada muchacha, postrada en el suelo, ve alborear el
día. Al elevarse radiante el sol de la libertad de América, exclama:
"Mirad, es la aurora. Dios la escribe en el cielo con el sol y en la
tierra con su sangre" y expira en brazos de su amante.
Simbología
Aunque falto de color local, no se
puede negar al argumento de la obra cierta eficacia romántica, lindante con la
típica novela romántica. La simbología enlaza, con el nombre de Aurora, la
aurora de Mayo, el despuntar de la patria, con el nombre de la desventurada
muchacha, convertida por amor, al credo de la libertad de su amante.
Aria
Fue famosa un aria de la obra que
cantaba el tenor Amedeo Bassi (Mariano) al final del segundo acto, en un
“intermedio épico” en que se descubría en la figura de un águila que planeaba
en lo alto la imagen de la bandera nacional y le cantaba. Ese segmento fue un
éxito y se pedía la repetición del mismo durante las representaciones. Conocido
originalmente como "Canción a la Bandera" es la canción que se separó
para ser cantada en las escuelas de la Argentina con el nombre de toda la
Ópera, "Aurora".
Durante el gobierno de 1943 se le
encargó a Josué Quesada traducir el libreto junto a Ángel Petitta. Esa versión
en castellano se estrenó otra vez en el Colón el 9 de julio de 1945, ante el
presidente Edelmiro Farrell y el vicepresidente coronel Juan Domingo Perón. De
nuevo el éxito de la ópera y del aria fueron muy grandes. Más tarde un decreto
oficial convirtió a la Canción a la bandera en canción obligatoria para los
escolares argentinos.
Texto original en
italiano
El texto original de 1910 para el aria de la Opera, posteriormente traducido al castellano, es el siguiente:
Alta pel cielo,
un’aquila guerriera,
ardita s’erge
in volo trionfale.
Ha un’ala
azzurra, del color del mare,
ha un’ala
azzurra, del color del cielo.
Così nell’alta
aurora irradiale,
il rostro d’or
punta di freccia appare,
porpora il teso
collo e forma stelo,
l’ali son
drappo e l’aquila è bandiera.
È la bandiera
del Paese mio,
nata dal sole;
e ce l’ha data Iddio!
Letra: Luigi Illica y
Héctor Cipriano Quesada
Música: Héctor Panizza
Texto en castellano
Alta en el cielo, un águila
guerrera
audaz se eleva en vuelo
triunfal.
Azul un ala, del color del cielo,
azul un ala, del color del mar.
Así en el alta aurora irradial,
punta de flecha, el áureo rostro
imita
Y forma estela, al purpurado
cuello,
el ala es paño, el águila es
bandera.
Es la bandera de la Patria mia
del sol nacida, que me ha dado
Dios
Letra:
Josué Quesada y Ángel Petitta
Música:
Héctor Panizza
Traducción
La traducción efectuada al texto
original italiano resultó sumamente creativa, consignando términos que no
existen en castellano, errores de interpretación, así como referencias a
elementos desconocidos en la Argentina. La referencias a un "aguila
guerrera" se entiende entre las referencias clasisistas a la mitología greco-latina,
donde se compara un águila de color azul y blanco a la bandera nacional.
El escritor Juan Sasturain escribe
sobre los neologismos:
"En el original italiano, no hay “aurora irradial”
(no existe en castellano) sino “aureola irradiale”, es decir: la aureola de
rayos del amanecer que, como la que ilumina la cabeza de los santos, ilumina al
águila(...) se traduce el verso “il rostro d’or punta de freccia appare” como
“punta de flecha el áureo rostro imita”, cuando “rostro” es “pico” en italiano:
es decir que el pico del águila, iluminado, parece una punta de flecha, el
extremo metálico del asta. (...) el verso “Y forma estela al purpurado cuello”
[...] por “porpora il teso collo e forma stelo”, que quiere decir (...) que
enrojecen (los rayos del sol) el tenso, alargado cuello (del águila) y forman
el tallo (“stelo”, no es “estela”), el asta de la bandera. "
Diccionario
Ópera: Género musical nacido en el siglo
XVI. Espectáculo dramático con música, escenografía, vestuarios y, a veces,
ballet. En él tienen un papel destacado los cantantes solistas, acompañados por
una orquesta y, a veces, por un coro. Se suelen representar en teatros
especiales de ópera. El guión y diálogos de la ópera se llaman libreto. Desde
su nacimiento ha tenido muchos valedores, e incluso algunos compositores han
creado exclusivamente para este género.
Aria: es una pieza musical para ser
cantada por una voz solista sin coro, habitualmente con acompañamiento
orquestal y como parte de una ópera.
Fuentes